La pastelería Mar Bel de la familia Fernández tiene más de 50 años especializándose en la dulcería. La busqué mucho hace algunas semanas cuando leí sobre ellos en el diario El Mundo y finalmente, casi por azar, la encontré.
Famosos por los turrones de coco, fruta, chocolate y yema y los muñecos de mazapán que venden en navidad, decidí no esperar hasta diciembre sino acercarme cualquier día de semana y me encantó.
Me atendió el Sr, Miguel Fernández con una sonrisa y un buen humor que ya quisiera uno se contagiara a todos los transeúntes que circulan a esa hora por la Av urdaneta.
El placer y orgullo de la gente que trabaja haciendo lo que le gusta es algo que se nota.
Probé dulces tradicionales de la madre patria como el tocinillo del cielo, y los polvorones. Pero aproveché y me llevé a casa dulcitos de guanábana y torta borracha.
Los pastelitos de manzana, de coco, lenguas de suegra, cannoli de chocolate rellenos de crema chantilly y unas pastas secas fresquísimas son el delirio de muchos. Lo que extrañé: una máquina de café para acompañar el polvorón con un "con leche" y el punto de venta para pagar con tarjeta.
Una pastelería fina con tanta tradición es como una joya. No hay leche descremada ni Splenda, si va a entrar a Mar Bel es a endulzarse la vida sin remordimientos.
Dirección Abanico a Canónigos. Edificio Juyomar, local B. Altagracia.
Lunes a sábado
Horario 8:30 - 2:00PM
3:30 a 7:00 PM
Para llegar sin perderse, tome la Avenida Urdaneta en dirección este-oeste, y justo donde se encuentra ubicado el Banco Mercantil, (esq. La pelota) cruce a la derecha y suba dos cuadras llaneras. El local está en la acera derecha. Teléfono: 561.6237
Otras reseñas sobre Mar Bel que pueden darles más datos sobre el turrón y el mazapán que allí se elaboran.
Polvorones, mazapán y turrón artesanal en Caracas
Dulce Memorabilia
2 comentarios:
Increíble. En el centro de Caracas (que ya de por sí está hiper colapsado por las colas a tosa hora) además de lo peligroso que es eso por ahí. Es más, después de las 6 de la tarde ya atracan.
Ay, qué bonita, limpiecita y pro se ve esa dulcería, Z, parece un submundo. Qué fina!
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